MARÍA SALGADO – 16/5/2021
La galería de arte del Barrio de las Letras abre las puertas a la ilustración íntima y emocional de la artista catalana en una exposición visitable hasta el 7 de junio. Descubrimos los secretos de La vie en rose? y su creadora en este especial.

Cris Valencia se estrena en la Galería Modus Operandi en Lope de Vega 31. La esencia de la ilustradora se condensa en creaciones de gran potencial femenino con preponderancia de los suaves tonos pastel, y un juego de significado entre rosados. No solamente se muestra delicadeza, sino desgastes, miedos y los propios vaivenes de la vida, que no supone un camino de rosas.



Valencia trabaja una simbología identitaria que hace reflexionar al espectador. La aparente frescura y dulzor de las ilustraciones se abre a la interpretación de los sentimientos, tanto de la propia artista como de sus observadores. Las debilidades, desengaños y tropiezos se convierten en el motivo de lucha y empoderamiento de las personas plasmadas, con las que cualquiera se puede sentir identificado.

La historia de estos trazos es también un viaje en torno al amor propio, el autoengaño de la no aceptación propia y la autoestima para hacer valer nuestro “yo”. Un desenganche a la dependencia emocional hacia los demás, las expectativas y los prejuicios.

La vie en rose? se configura en dos áreas principales. Una primera sala reúne diversas obras en acrílico sobre lienzo y acuarela, instalación y escultura, y la segunda se dedica al videoarte y la instalación, tal y como recoge el Barrio de Letras. La inauguración contó con un pequeño concierto a cargo de Gelo Nutopia y Pablo Oliva, y un guiño a la cerveza local con botellines personalizados de Cervezas La Cibeles.
Durante el tiempo que permanezca la exposición en Modus Operandi habrá diversas actividades complementarias.


Entre los trabajos de Valencia destacan sus piezas de dibujo digital, escultura y pintura, sin olvidar el recorrido por su museo virtual.

A sus logros profesionales se suma haber ilustrado la novela gráfica Odio el color rosa. Y no ha cerrado su arte en cuanto a comunicación, pues ha creado una colección de stickers descargable en su perfil de Instagram.
Además de las creaciones de venta propia realizadas en acrílico, lienzo y/o acuarela, la ilustradora catalana también dispone de una colección de merchandising con tazas, camisetas y otros productos con sus identitarios diseños.
Estilo delicado, suave pero empoderado y de trazo decidido a la par que armónico. ¿Cómo definiría su identidad y estilo como ilustradora?
«Quizás lo más característico es que mis trabajos tienen una estética “dulce y delicada”, sobre todo en lo que a la gama cromática y trazos se refiere, que esconden mensajes más crudos y contundentes para quien se detiene a mirarlos. Me gusta ese juego de oposición. Es un poco como la vida, si no te quedas en las capas superficiales te das cuenta de que todo es mucho más complejo de lo que parece. Y como dice la canción “con un poco de azúcar esa píldora que os dan pasará mejor”.
¿Qué le hizo adentrarse en la ilustración digital?
«Fue un poco casual. Al acabar la carrera de Bellas Artes un amigo me regaló una tableta gráfica pequeñita porque él no la usaba. Yo venía de disfrutar sobre todo de técnicas en las que acabas manchada de arriba abajo, como la escultura en barro o en piedra, así que lo digital no me llamaba demasiado. Al pasar unos meses decidí probar qué era aquello, me compré un curso online de iniciación al dibujo digital y ahí me enganchó. Es una disciplina con muchas posibilidades«.

¿Cómo le inspiran los sentimientos para ser el principal motor de su obra?
«Todo surge de la necesidad personal de sacar cosas de dentro. Comencé con este estilo de dibujo cuando me planteé hacer lo que yo realmente necesitaba, sin tener ningún otro objetivo, sin pensar en si gustaría o no, o si sería entendido. Solo quería dejarme llevar sin condicionantes externos, sin pautas, sin presiones, simplemente como una vía íntima de expresión. A través de mis obras consigo quitarme peso, reflexionar y entender, hablar de sensaciones o sentimientos que me resultan complicados de definir con palabras».
¿Es sencillo combinar la crudeza que puede tener la vida en cuanto a sentimientos con la inspiración para crear?
«En mi caso te diría que sí, en cierto modo esa crudeza es la que me empuja a dibujar. Evidentemente hay épocas de todo tipo, momentos en los que parece que nada sale de dentro, pero es una circunstancia natural. Nada permanece inmóvil, así que es cuestión de asumirlo y no frustrarse«.

¿Qué significado pretende transmitir el rosa que predomina en sus creaciones?
«No creo que sea una pretensión premeditada, me gustan los tonos cálidos y apastelados. Cierto es que hace años tenía muchos prejuicios con el rosa porque lo asociaba a lo ñoño, pero ahora que he conseguido superar ese prejuicio se ha convertido en uno de mis colores favoritos sin duda«.
¿Considera que el arte digital está poco considerado, a nivel profesional?
«El avance de la tecnología es imparable y cada vez vamos a ver más arte que emplea medios digitales. Creo que todavía tenemos un pensamiento colectivo de que lo analógico, quizás porque es menos reproducible, tiene más valía, pero personalmente considero que son disciplinas distintas y totalmente válidas y valiosas. Lo digital, como todo, tiene ventajas y desventajas, solo tienes que tener en cuenta qué trabajo se te presenta por delante para elegir la herramienta que más se adecue a él».

¿Está el mundo ilustrador realmente valorado en la actualidad, bajo su experiencia?
«La ilustración está pasando por un buen momento a nivel exposición, no hay más que ver la cantidad de dibujos que aparecen en los medios de comunicación, por ejemplo, para ver que es un elemento muy presente en el día a día actual. Sin embargo, por determinadas condiciones en las que vivimos, como el ritmo frenético y el consumo acelerado, los trabajos requieren de unos tiempos que no son lo más óptimo para la creatividad. Se suele querer todo para ayer y no se tiene en cuenta que un buen trabajo necesita tiempo. Y precisamente por esa creencia de que se puede hacer todo muy rápido también los presupuestos en ocasiones no son los más acertados. No siempre es así, pero es una situación con la que yo personalmente me he encontrado bastantes veces».
¿Cómo ha vivido preparar La Vie en rose? en el Barrio de las Letras?
«¡Pues con muchísima ilusión desde el día en que me la plantearon! Hace más de un año que he estado trabajando en ella, no sólo en las piezas que la conformarían, sino en todos y cada uno de los detalles, que no son pocos. Ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida, un sueño hecho realidad, por eso quería que todo estuviera muy cuidado. He pensado en el conjunto expositivo, que fuera interesante y variado, en su presentación, en las invitaciones, los regalos, el concierto, en el catering, en la comunicación… Quería que la gente que la viera saliera por lo menos con un poco de la felicidad que yo he sentido durante estos meses«.
Tiene raíces barcelonesas pero ahora vive en Madrid. ¿Siente que la capital es una ciudad de arte?
«Madrid es una ciudad con infinitas posibilidades. Es prácticamente imposible pasear por la calle y no cruzarte con un montón de propuestas artísticas. Esa es una de las cosas que más me enamoró, pero la adoro en muchos sentidos. Sus calles, su arquitectura, su actividad constante… Aquí he encontrado mi hogar y por ahora aquí me quedaré».